Sting Más cerca de la perfección, más lejos del corazón - El ex The Police salvó el show hacia el final de éste con los éxitos de siempre...
Que Sting es un excelente músico, dotado de una habilidad compositiva increíble y, quizá, uno de los mejores cantantes que ha dado la escena rockera en su historia no está en discusión. Sin embargo, su constante búsqueda por lograr un equilibrio arreglístico perfecto, en lo que respecta a la técnica lo ha llevado a alejarse cada vez más del sentimiento. El público, inconscientemente, se lo hizo saber de la única manera que puede expresarse y que es a través del aplauso o el delirio colectivo.
Es cierto, su audiencia ha cambiado... de la misma manera que lo ha hecho el artista, pero los parámetros son totalmente distintos. Porque no sabe de terceras, aumentadas, séptimas, disminuidas o acordes disonantes, simplemente entiende de sentimiento, de ritmos que lo muevan, de melodías que suenen gratas al oído, que le lleguen al corazón. Y allí está, dispuesto a delirar cuando la ocasión lo amerite y vaya casualidad: fue en el bis. Cuando Sting, con guitarra acústica interpretó 'Message In A Bottle' y 'Fragile'. Ambas interpretaciones fueron sencillas, sin grandes artilugios en los arreglos, sencillamente, épicas. Su voz, perfectamente afinada, quedaba suspendida y se esparcía a lo largo y ancho del auditorio llenando la noche de magia.
Antes, como previendo ese gran epílogo, el otrora ''policía'' había programado el final del show con una serie de viejas joyas 'Roxanne', 'Bring On The Night', 'Spirits In The Material World' y el coreado 'Every Breath You Take': caballos de batalla en cada concierto suyo desde 1987.
Jamás he sido proclive a decir que todo tiempo pasado fue mejor, pero las circunstancias me obligan en este caso. Y es que... ¡oh casualidad!, los cinco temas pertenecen a su era con The Police o su primera etapa solista. Entonces, uno se pone a revisar los apuntes y descubre que otros pasajes interesantes, musicalmente hablando, corresponden a la misma época y que el resto, a pesar de ser canciones consagradas, no llegan a tener el rótulo de hits. Se trata, justamente, de composiciones en las que ha prevalecido el arreglo musical por sobre el simple arte de combinar los sonidos midiendo el compás y el ritmo (dijera cualquier profesor de música).
Y ahora viene otro tema. Quizá, una visión muy personal. Hace unos 15 años, en mi segunda entrevista con el cantante y actor le pregunté si realmente la disolución de The Police obedecía a un crecimiento artístico o se trataba de una actitud egocéntrica. La respuesta de Sting, por aquel entonces, me pareció convincente: ''No voy a negar que tengo un gran ego, pero pienso que estos músicos son realmente superiores''. Se refería al tecladista Kenny Kirkland, al saxofonista Branford Marsalis y al baterista Manú Catché, hoy sólo queda este último -regreso en reemplazo de otro grande, Vinnie Colaiutta. Ya los nombres no son los mismos: el guitarrista Dominic Miller, con varias giras con Sting, el trompetista Chris Botti y el tecladista Jasón Rebello, que tienen a su cargo la mayoría de los
solos, están muy lejos del nivel de sus antecesores, los cuales, hacían prevalecer el buen gusto sobre la técnica.
El problema es que ellos, al igual que sus ex compañeros de The Police, brillaban con luz propia. Realmente, la banda actual que acompaña a Sting son ''meros acompañantes''. El sonido está bien atrás y su participación es limitada.
Me hubiera gustado poder hacerle la misma pregunta porque dudo que la respuesta hubiera sido tan convincente como me pareció en aquella ocasión.
Pero eso es harina de otro costal. El no requiere de nadie para conmocionar a una multitud. Simplemente, necesita de un poco más de corazón para que el público se levante de sus butacas y pida auxilio a través de un ''mensaje en una botella'' y que la misma no se quiebre por su ''fragilidad''.
(c) La Opinion by Marcelo Rey